“El poder transformador en el mundo lo tienen las personas, las grandes instituciones y los políticos.
La cuestión está en ser coherentes en la aplicación de los valores corporativos. Si actualmente se desconfía de muchas grandes compañías es porque muchas veces la gente se ha sentido engañada. Por eso, la gente tiende a confiar y creer en las instituciones en las que le dan confianza y cercanía. Primero hay que fijar los valores, y después aplicarlos.
Las empresas tienen que ser capaces de dar resultados, ofrecer empleo, ser innovadoras ser competitivas ser eficientes y además tienen que hacerlo en un escenario más humano y comprometido donde la solidaridad se imponga.”